Parece que el invierno se acerca, ha
llovido fuerte los últimos días. Ir al Gorbea nos parece un tanto
sufrido y poco eficaz, y como estamos 5 nos decantamos de nuevo por
continuar en la RN-142.
Haremos dos equipos, uno continuará
con el descenso y re instalación de la sima y otro quedará más arriba,
buscando ventanas que con el alcance de las modernas frontales nos
permita vislumbrar posibilidades antes impensables.
Ya sabemos que resolverlas traerán trabajos acrobáticos, y descendemos
con abundante material.
Conseguimos llegar a la boca de la
sima en un momento de tregua climatológica, pero somos conscientes de
que el agua caída nos puede dar una sorpresa.
El equipo de re instalación
desciende equipando hasta el último punto alcanzado la semana anterior.
La sima lleva más agua, pero se puede descender, eso sí, más húmedo.
Comienza a instalar nuevo, pero 4 tornillos más abajo,
una lluvia muy intensa hace real lo que temíamos, ya no podemos avanzar
sin ducharnos en segundos. Comienza el remonte desequipando, con el
amargo sabor de la precipitada retirada que no nos ha dejado descender
ni un pozo más.
Bastante por encima, escuchamos al equipo de exploración, cuando nos volvemos a juntar nos cuentan.
Han realizado una primera escalada y
posterior travesía en el borde de la sala de -70 que les ha llevado
hasta una zona impenetrable, con corriente de aire; piensan que lleva a
la amplia zona que forman los pozos encadenados
que hay por debajo.
En el otro lado, ya sobre la zona de
pozos, una travesía ascendente les ha permitido acceder a una repisa
que se abisma sobre la zona de pozos, que barre el avance. 25 m más
abajo ven un bloque gigantesco que precede a lo
que parece una continuación -en donde ven discurrir agua-. Tras bajar
por la vía clásica para ver si desde abajo observan otras opciones para
acceder a ese lugar. comprueban que la posibilidad más realista es una
escalada de unos 15 m, pero la llovizna que
cae en en todo el sector les dice que mejor otro día, con una
meteorología más benigna.
Remontan e insisten sobre la parte
superior de la travesía ascendente (ahora escalada tras un cambio de
instalación) para echar una nueva mirada. Se les ocurre que quizás
puedan llegar hasta el megabloque penduleando, pero
antes hay que tirar una laja que vibre y que piensan supone un peligro.
Los zarandeos aplicados sobre ella acaban haciendo que aplaste el pie
de Aitor, que comienza un rápido y dolorido remonte para coger la lesión
en caliente. La laja se resiste a caer aunque
queda en una posición más estable. Finalmente los roces para la cuerda
que presenta la vertical y que al ir fraccionando impedirían pendulear
en condiciones aceptables, les hace desistir de esa opción de avance.
Aitor se encuentra con David, que
asciende con material del fondo y deciden salir juntos de la cavidad y
marchar hacia un hospital, por si acaso la lesión, a parte de dolorosa,
es algo serio.
Iñaki, Santos y Zeta han quedado
finalizando tareas de desequipe de la zona de escalada y salen
desequipando todo en condiciones un tanto penosas porque Aitor ha tenido
que salir sin saca, y toca más carga. Encima, la sima
ha entrado en carga con una potencia que no conocíamos y la ducha
definitivamente es irremediable.
Una vez en la calle la fortísima
lluvia y viento explican la potente crecida. Llegar hasta el coche y
cambiarse de ropa añade un pequeño suplicio, pero en alguna manera
formaba parte de la apuesta de ir a la 142 en un día
como el previsto. En cuanto a Aitor, horas después, confirma en el
hospital que no hay nada roto.
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