Las semanas que lleva sin llover nos animan a retomar al exploración de una vieja incógnita en una de las bocas de la Red de Austigarmin, la sima G-144.
En 1.998 alcanzamos la punta abandonando
(temporalmente) ante un meandro desfondado en el que las paredes
cubiertas de abundante y resbaladizo barro nos presentaban alta
dificultad para avanzar.
Por 23 años ésta incógnita ha permanecido dormida, que no olvidada, en nuestra lista de tareas pendientes.
Un
añadido a la dificultad de la exploración lo representaban, además de
la punta, los 5 resaltes peleones y peligrosos por debajo del P-31 que
en su día superábamos en libre.
En ésta ocasión descendemos con cuerda y anclajes para equiparlos todos y obtener mayor seguridad en la progresión.
Alcanzamos
la punta y equipamos el último pozo, que en su día se descendió anclado
del arnés de un espeleólogo. El barro es abundante, resbaladizo y
molesto, pero lo abordamos mejor de lo esperado, será también porque en
ésta ocasión también lo equipamos con anclajes.
Abajo nos
espera una corta escalada. Superada, y unos 10 metros por delante,
aparece un nuevo pozo de unos 10 m y unos metros por delante de su base
se adivina la cabecera de una nueva vertical.
No podemos
descenderlo, tenemos aún una cuerda de 11 m pero ni un solo anclaje. nos
quedamos con las ganas ante ésta continuación evidente por la que llega
una corriente de aire definida.
Las galerías de la alejada
sima de Obarreta es lo único que conocemos sobre el mapa hacia lo que
nos podríamos estar encaminando, ¿o quizá hacia otro eje de drenaje
independiente?.
Por el momento toca soñar y confiar en que los
volubles cambios de sección del largo meandro por el que venimos
progresando no nos dejen ante un impenetrable inesperado.