El buen tiempo nos lleva de nuevo a seguir trabajando en el catálogo de nuevas cavidades en el paraje de Arimegorta.
El buen tiempo nos lleva de nuevo a seguir trabajando en el catálogo de nuevas cavidades en el paraje de Arimegorta.
Con la tierra en las botas todavía de la campaña de Larra, y como suele ser habitual en estos últimos fines de semana de agosto -si la meteo acompaña-, dedicamos la jornada a explorar y catalogar nuevas simas en el Gorbeia.
Hacía tiempo que la G-14 reclamaba un poco de atención. El trazado de esta cueva, que es una de las primeras inventariadas por el GAES en Gorbeia, discurre próximo y paralelo a la G-23, que se ubica también en el “Atxa de Dulao”; estas cavidades nos plantean un dilema, ya que habíamos visto que la última contiene microformas de corriente que sugieren un antiguo drenaje hacia el sur, mientras que la G-14 parece ser la antigua surgencia (de tipo vauclusiano) de un cauce que discurría hacia el norte.
Con esos mimbres acudimos a la cueva/sima con el fin de aclarar las dudas que teníamos; además íbamos bien pertrechados con material de desobstrucción para intentar ir más allá de la estrechez que nos paró en su día, aunque una vez en el fondo, y tras examinar detenidamente las opciones, comprendimos que esa era una pretensión vana.
Una vez frustrado el que considerábamos como objetivo principal retornamos al exterior buscando indicios que nos aclarasen el antiguo sentido del drenaje, pero las microformas de corriente observadas parecen indicar un flujo hacia el sur (al igual que en la G-23), en contra de lo que parecen indicar otras morfologías y la erosión del canal de desagüe al pie de la entrada, lo que hace que persistan nuestras dudas respecto al pretérito funcionamiento hidrológico de la cavidad.
Con el plan finalizado antes de tiempo y gran parte de la jornada por delante nos entretuvimos re-explorando los viejos hayedos de la zona, exuberantes a cuenta de la eterna primavera que estamos viviendo en estas latitudes.