En octubre del 2018 dejamos en la sima EZ-6 un pequeño pozo con una corriente de aire que resultaba muy alentadora; la corriente de aire que se sentía bajo el pozo de 65 m nos había guiado hasta ese pozo (tras una expuesta trepada y un estrecho meandro), pozo que no pudimos descender en ese momento por falta de cuerda.
Durante todo este tiempo nos había resultado difícil encontrar un momento para volver y continuar con la exploración, a lo que no ha ayudado nada la crisis del Covid-19; finalmente un equipo más reducido de lo que nos hubiese gustado hemos podido volver a Ezkaurre, aprovechando los restos de las vacaciones de verano.
El viernes por fin vamos hasta la EZ-6, que tanto ha estimulado nuestra imaginación durante todo este tiempo. Lo limitado del equipo hace que la carga a portear sea considerable, además queda en el coche bastante material, a la espera de que nuestras expectativas se vean cumplidas. El pozo que nos frenó en 2018 resulta ser de 10 m de desnivel, dando paso a un estrecho meandro que, entre resaltes y pocillos, nos permite bajar 12 m más, hasta un paso impenetrable por el que llega la corriente de aire, dando al traste con las esperanzas que habíamos depositado en esta sima.
Durante un reconocimiento efectuado el jueves habíamos observado una cueva colgada a media pared sobre el cañón excavado por el río Veral, que separa Ezkaurre del Espelunga; la cueva se ubica en el contrafuerte que delimita el flanco norte del anticlinal que da forma a Ezkaurre. El prematuro final de la EZ-6 hace que pensemos en ella.
Recordábamos haber estado enfrente escudriñando con los prismáticos (durante la campaña del 2001) pero no recordábamos haber descendido hasta ella. Aprovechando la escasa cobertura telefónica que encontramos y tras un intercambio de whatsapp, con el pertinente repaso de los archivos, llegamos a la conclusión de que nunca hemos llegado a ella. Ya tenemos plan.
El sábado vamos hasta la pared siguiendo una senda que parte desde un camino que nace en el Puerto Navarra y que lleva hasta la cumbre de Ezkaurre. El improbable sendero parece haber sido trazado por los escaladores que se aproximan hasta los espolones que miran hacia el Veral.
Una vez localizado el punto de descenso hacemos un primer intento de llegar hasta la cueva, pero tras consumir los 60 m de cuerda que llevamos quedamos colgando a 5 m de la repisa; nos vemos obligados a modificar la instalación, apurando la cuerda, cambiando algún fraccionamiento y aproximando más la cabecera al precipicio. Cuando por fin llegamos a la altura del porche de la cueva vemos que se trata de una pequeña sala sin continuación, en la que se ven los restos de nidos de buitre, puede que de alguno de los ejemplares que nos observan planeando sobre nuestras cabezas.
Tras limpiar el material en el río Belagua vemos que si salimos a la carretera aun podemos llegar a dormir en casa a una hora razonable. A nuestra llegada a Bilbao nos saludan los fuegos artificiales que iluminan el cielo en la última noche de la semana de fiestas.
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