Aitor aprovecha ha cogerse unos días de vacaciones y viajar a Cádiz para hacer espeleo con Diego, y devolverle así el servicio prestado en Larra 2020.
Tras el aterrizaje y la correspondiente visita a la ciudad de Cádiz y sus zonas mas emblemáticas, ponemos rumbo a la Sierra de Grazalema, mientras desayunamos nos encontramos con Pepe, un compañero de Diego al que le liamos para que nos acompañe un par de días por nuestras andaduras. La idea es pasar un par de días revisando simas y sacar cubos y cubos de tierra.
El primer día nos adentramos en Pozuelo II, es una sima ubicada en los Llanos de Libar, y que baja hasta la cota de -160, una estrechez impide continuar descendiendo, pero nuestro objetivo es la de ir acondicionando un paso situado en el fondo para así poder trabajar más cómodamente en punta. Esta sima es de gran interés, ya que se sitúa entre las simas de Pozuelo I y Pozuelo II, ambas bajan hasta -300 y finalizan en un sifón, posiblemente se trate del nivel freático, pero los más optimistas hacen elucubraciones sobre que sean sifones colgados, y que Pozuelo II, no tenga uno de estos sifones y poder llegar a pinchar con niveles inferiores. La sima es cómoda y se baja rápidamente hasta el fondo, una vez allí nos ponemos a excavar, los cubos de arena no paran de salir y el paso se va ampliando poco a poco. El paso queda abierto y se vislumbra una rampa, que al lanzar una piedra vemos como después cae por un pozo de unos 7m, el trabajo ha dado su fruto, pero no tenemos cuerda para avanzar y decidimos poner rumbo a la calle. Se nos queda una jornada de 8h bien amortizadas. Ya en la calle la furgo nos queda cerca y hacemos unas hamburguesas que devoramos mientras comentamos el plan de mañana. Una sima que dará mucho de qué hablar…
Al día siguiente nos armamos de valor y nos dirigimos a la Sima de “El Flaco”, una sima que se exploró en el 98 y en la cual se volvió en el 2000 para topografíar y grabar un video, pero no se consiguió llegar a punta. El nombre de la sima en muchas ocasiones se queda corto. No existe una ficha de instalación como tal, pero sabemos que se baja a -120 con 3 cuerdas de 10m y 2 parabolts. Desayunamos fuerte y ponemos rumbo a la sima. Una vez en la entrada vemos que es impenetrable, y tras darle unas intentonas vemos que se ha caído un bloque dentro que nos impide el paso. Diego cree que es posible que el último en salir de la sima lo tirase para así evitar volver y la verdad es que no es para menos...
Afortunadamente no nos lleva mucho trabajo sacarlo y comenzamos a arrastrarnos. Rápidamente llegamos al primer pozo, vemos que la sima está instalada, por lo visto prefirieron abandonar el material a tener que sacarlo. Las cuerdas no están muy bien ya que la sima actúa como sumidero y se ve que los mosquetones están bastante dañados. Vamos con pocos anclajes, pero la cueva en ese aspecto se porta bien y nos deleita con buenos puentes de roca. Tras descender el pozo llegamos a una pequeña sala, en la que todos los ramales son estrechos y no sabemos muy bien por donde tirar, al final Pepe encuentra el paso y continuamos bajando. Según bajamos la cosa se empieza a poner seria, la sima cada vez es mas estrecha y tienes que tumbarte sobre gours llenos de agua.
Durante toda la sima tenemos que hacer pasa-petates, ya que una persona no puede llevar su propia saca. Además, queremos evitar a toda costa que se moje el taladro, por lo que en muchas ocasiones lo sacamos de la saca y nos lo pasamos mientras nos tumbados en el agua. Una vez en -100 nos encontramos con un lago que por lo visto intentaron vaciar con una manguera, la cual sigue ahí dentro. Para continuar toca atravesar el lago y mojarse hasta los ……. para poder llegar así al último pozo. Nos encontramos desanimados, mojados y fríos, pero ya que hemos llegado hasta aquí equipamos el último pozo y bajamos. De repente ante nosotros se presenta una sala, un volumen totalmente anómalo para lo que llevamos viendo todo el día. Por allí el agua se escurre entre unos bloques, el paso es impracticable pero sopla mucho aire.Nos ponemos a sacar bloques con sumo cuidado, en todo momento tenemos presente que no nos podemos permitir un accidente… Tras sacar bloques Aitor se mete y llega a una pequeña amplitud de 1,5 x 1,5m el aire se pierde, por lo que no estamos en la zona correcta. Tras volver a revisar el paso estrecho vemos que de donde en verdad viene el aire es impenetrable y sin opción a desescombro, por lo que agachamos la cabeza y ponemos rumbo a la superficie. Continuamos arrastrándonos por el agua y pasándonos petates hasta la calle. No me extraña que en su día intentasen tapar la boca, es una sima de las que de verdad quitan la afición. De este día nos quedan las risas que pudimos sacar entre putada y putada.
Al tercer día nos dirigimos a San Luis de Sabinillas, Pepe empezaba a currar y tenemos que buscar nuevos compañeros… Alli nos esperan Ricardo y Rafa. La idea es la de ir a una sima situada en un karst pequeño, aislado pero con unas morfologías preciosas. Tras un buen desayuno andaluz (en realidad el verdadero fin del viaje ha sido el buen comer y el buen beber) ponemos rumbo a “Sima Isode”. El plan inicial es revisar el fondo de la sima, revisar un pozo paralelo y limpiar una gran lasca de roca que mira con mala cara a todo espeleólogo que se acerca a ella en el pozo de 70. Mientras bajamos, Rafa y Aitor reajustan las cuerdas para que Diego y Ricardo equipen un pasamanos y comiencen a descender el pozo paralelo. Mientras tanto Rafa y Aitor se dedican a sacar fotos, limpiar el pozo de 70 y revisar la punta. Tras tirar la piedra bajamos a punta y vemos como la base del pozo pasa a un meandro bastante estrecho y con mucho barro, se necesita cuerda para continuar bajando pero colando alguna piedra vemos que el meandro da a un pozo de 7m. Diego también se queda sin cuerda y no puede bajar hasta el fondo del pozo paralelo, por lo que optamos por desinstalar y poner rumbo a la calle, no nos damos cuenta de la cantidad de barro que llevamos encima hasta que nos ponemos a subir, los bloqueadores parecen descendedores y en los pozos solo se escuchan los resoplidos de desesperación por no poder subir cómodamente los pozos tan bonitos que aquí tienen. Una vez en la calle nos esperan las merecidas cervezas bien frías.
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