Entramos en la cueva con la intención de
 explorar el río arriba; aunque en semanas anteriores hemos podido ver 
que es menos sensible a los aumentos de caudal de lo que podría pensarse
 y que no es necesaria una sequía para poder arrastrarse por el cauce, 
llevamos buzos impermeables.
Tras superar el último punto alcanzado 
en anteriores incursiones encontramos al de poco un cruce. La galería 
tiene distintos ramales con tramos fósiles; siguiendo río arriba 
continua una galería en donde se solapan distintas fases  -con el río 
discurriendo por la inferior- pero tras una trepada encontramos una 
rectilínea galería inactiva que avanzaba hacia el sur (río abajo ¿hacia 
la Red del Silencio?) y priorizamos esta opción.
70 m más adelante la galería desemboca 
en otra mayor – la más amplia de la cavidad-, con un nuevo cauce 
encajado en su parte más profunda, que resulta más caudaloso que aquel 
por el que hemos llegado y respecto al que circula en paralelo. Tras un 
momento de euforia vemos que río abajo se forman varios niveles, el del 
río y otro paleonivel, que en principio nos parece más interesante pero 
que al ver que es independiente abandonamos para centrarnos en el río; 
queremos aprovechar nuestra ropa de agua y saber si hace falta equipar 
para venir otro día preparados. El río se convierte en un bajo laminador
 que al de 30 m no nos deja continuar.
Nuestra siguiente opción río arriba, 
donde de nuevo las dimensiones cambian rápidamente y donde de nuevo se 
solapan varios niveles, otra vez con el cauce circulando por el 
inferior. Tras un recorrido de 200 m buscando la opción más cómoda para 
avanzar dejamos la exploración en un lugar que se nos pone especialmente
 incómodo; habíamos abandonado pilas y repuestos al comienzo de la 
topografía del río y se va alargando la jornada. 
Al entrar en la cueva pensábamos que la 
tarea sería arrastrarse por el río y que sería una corta, húmeda y 
desagradable jornada, pero salimos con algo más de 200 m de topografía y
 con la exploración de nuevas galerías que estimamos suman más 400 m y 
en donde existen varias incógnitas que harán crecer la cavidad.
En el exterior, otro equipo realiza una 
prospección en las cercanías del cauce del río Ruahermosa, remontando 
hasta la boca-surgencia de la cueva-sima de la Tejera. Re-localiza dos 
sopladores conocidos de antiguo en los que trataremos de entrar para ver
 si conectan con la Torca de los Tornillos, o tenemos algo más de suerte
 y nos dan acceso a un tramo de galerías desconocido, que sin duda debe 
existir, entre la propia torca de los Tornillos y la cueva de Molino la 
Peña.
También localizamos una surgencia, que 
siempre habíamos conocido protegida por reja pero que hoy tiene la reja 
abierta (manantial utilizado para reforzar la red de abastecimiento de 
aguas). Se trata de una pequeña surgencia (dimensiones y caudal) , y en 
la que no apreciamos circulación de aire en boca, pero queda registrada 
para su exploración. 


















































