Viento, nubes… a priori un momento estupendo
para disfrutar de un bonito día de otoño en Gorbeia, pero los malos
pronósticos nos asustan y acabamos en la 103. Esta vez nos acompaña Sara y el objetivo es terminar una escalada que dejamos hace unas
semanas.
Una vez arriba vemos que no hay continuación -lo
que no nos sorprende mucho- aunque, de todas formas, la única manera
de estar seguros de que no había nada era subiendo. Había que dar una
oportunidad a la suerte.
Sobre la cúpula nos intrigan los restos de unos
sedimentos que en su día lo llenaban todo; el tamaño de los gruesos
cantos de arenisca suspendidos a 30 m del suelo evidencia que intervino
una enérgica corriente de agua. ¿Por donde llegaron? ¿Por dónde se
fueron?.
De salida aun tenemos tiempo para sacar algunas
fotos y practicar desbloqueos, y también de llegar a tiempo de ver
anochecer, comprobando que los pronósticos meteorológicos habían sido un
tanto pesimistas.
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