El buen tiempo continúa sonriendo en Semana Santa, aprovechamos para topografiar unas pequeñas cuevas que con agua son un infierno.
La G-78,
en Egiriñao, es la primera cueva que topografiamos. Su misma numeración
nos habla de que fue localizada y explorada hace muchos años, pero en
nuestros archivos no vemos la topo. Una gélida corriente de aire nos
recibe en su pequeña boca. Nos quedamos helados topografiándola. Una
estrechez final, que desestimamos ensanchar, pone fin a nuestras
esperanzas alimentadas por tanto aire.
50 m al Sur catalogamos la surgencia G-363. Una manguera. que comienza en su boca. delata que es utilizada por uno de los refugios de Egiriñao.
Nos desplazamos hacia Urratxa. En la ladera izquierda del valle de Zastegi, a unos 300 m del cauce del Padrobaso, nos espera la G-359.
El día que la exploramos nos empapamos. Esperamos que la seca del
terreno exterior se haya trasladado al interior. Ya nada más descender
el primer resalte no oímos el curso de agua que circula por la cavidad,
parece que va bien. No nos libramos de la humedad y barro húmedo, pero
respecto al día de su exploración está mucho mejor.
Terminada
la topo, y ya bien sucios que están nuestros buzos, sin quitárnoslos nos
vamos para la G-11, que se ubica junto a la pista de sube de Urratxa
hacia Egiriñao.
La G-11 es un sumidero conocido de
antiguo y en el que hace unos meses desobstruimos una gatera explorando
después unos metros más hasta un nuevo estrecho en el que observamos
señales de anegamientos estacionales.
Una marcada corriente de
aire recorre la galería, pero de nuevo otra cavidad que se niega a
darnos paso. Aprovechamos el momento propicio para completar su
topografía y cerrar otra antigua incógnita de exploración.
De
nuevo nos retiramos con las últimas luces del día, y contentos de haber
cerrado el trabajo en éste conjunto de pequeñas, pero peleonas
cavidades.
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