Descendemos cinco. Dos comenzarán la escalada para intentar acceder
a la ventana visionada en la anterior exploración. Al final se opta por
atacar realizando una larga travesía, unos metros por debajo de la que
iniciamos la vez anterior.
Un segundo equipo continúa el descenso. La sima lleva menos agua
que el 9 de noviembre, pero no las tenemos del todo claro que nos
permita avanzar. Efectivamente llegados al punto en que tuvimos que
abandonar, el goteo es intenso, pero nos calentamos y
nos ponemos a instalar intentado escabullirnos del goteo,
consiguiéndolo en parte, aunque, lógicamente, el instalador se come el
marrón.
Llegamos justo, justo, con la cuerda a la base de éste complicado
pozo y continuamos por el largo meandro hasta alcanzar el P-18. Lo
instalamos también y a continuación, ya sin cuerda, avanzamos por el
siguiente e incómodo meandro hasta alcanzar la cabecera
del siguiente pozo. Queremos ver lo estrecho que es pues, después de
casi 25 años, solo nos queda un remoto recuerdo. Incómodo lo es un rato,
pero se pasa.
Mientras, los escaladores han avanzado un buen trecho y superado
una zona de mala roca, pero, acabados los anclajes, han decidido
paralizar temporalmente la travesía y descender para ver sima.
Remontamos desequipando y después de alcanzar los coches y sufrir
un rato con el intenso viento mientras nos cambiamos.
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