A pesar de la ola de calor que estamos sufriendo decidimos subir a
topografiar éstas simas ubicadas en Gorbeia. Cuando salimos de Bilbao
las nubes nos mantienen en unos agradables 18 grados, pero no imaginamos
que en las alturas del Gorbeia puede
que estemos por encima de las nubes. Acertamos de lleno y desde donde
aparcamos el coche tenemos que afrontar una hora de ascenso por zonas de
marcada pendiente, bajo el sol claro.
Cuando alcanzamos la boca de Axuri Korraleta´ko Zearra (G-300) llevamos una
buena sudada, Decidimos comer antes de entrar a la sima, que luego será
peor y aquí no hay un solo árbol. La sima la exploramos hace dos
semanas. nos cuesta un poco volver a localizar los
agujeros de los tornillos roscapiedra pero localizamos el 90 % así que
la tarea no se demora mucho. Cuando llegamos al fondo, y mientras
revisamos un exiguo meandro en el que no notamos aire, oímos un rumor
como si circulase un río por debajo de nuestros pies.
Sabemos que ese sonido lo produce una fuerte corriente de aire
circulando por alguna pequeña rendija. Buscamos y rápidamente
localizamos el enano soplador. Lo anotamos en la hoja de topografía y en
nuestra memoria para volver en otra ocasión. Nos alegramos
de haber venido a hacer el trabajo con éste fuerte calor que nos ha
permitido obtener el premio de escuchar el txistulari.
Cuando alcanzamos de nuevo la superficie nos golpea el calor
sofocante. Sin demora nos cambiamos y vamos hacia Bedargogor esperando
un nuevo premio, esta vez en el exterior. Deseamos que alguna de las
paredes de los pequeños resaltes rocosos que afloran
nos ofrezca una sombra, aunque sea mínima. Así es y disfrutamos por más
de media hora pegados a la pared y refrescándonos pues por encima de
los 1.300 m.s.m. la suave brisa que corre también aporta algo de
frescor.
El descenso de Bedargogor (G-301) lo vivimos como si de una
exploración nueva se tratase. Hace más de 20 años que la descendimos a
spit. La sima presenta mayores volúmenes y complejidad que Axuri Korraleta´ko Zearra. Cuatro verticales nos llevan al fondo, contando
el salto de la dolina exterior. Ya en el descenso notamos aire
circulando, y en el fondo también, pero el aire escapa por una húmeda
gatera y con amenazantes bloques suspendidos sobre nuestras cabezas.
Terminamos la topografía y salimos a la calle pensando
que algún día volveremos con más calma para revisar un par de huecos
separados de la vertical que necesitan trabajo de taladro y más
anclajes.
Alcanzamos de nuevo la superficie, pero son las 21 h y ya el sol no
castiga. Todavía empleamos algo de tiempo clavando una corta travesía
ascendente para alcanzar un modesto porche que asoma sobre la vertical
de la dolina de entrada. Nos sorprende agradablemente
el covachón que exploramos. Corto, pero estético. Al fondo una gatera
nos lleva sobre la cabecera de un pequeño pozo que no descendemos porque
sabemos que es la chimenea que hemos visto por encima de la cabecera de
la segunda vertical de la sima.
Nos han dado las 22 h y vemos un mar de nubes por debajo nuestro.
Nos apresuramos a iniciar el descenso para avanzar el máximo sin
frontales. Cuando llegamos al vehículo llevamos las botas mojadas. La
intensa niebla empapa la hierba y cuando pasamos bajo
las hayas inclusive llueve literalmente.
Estamos relativamente satisfechos. Habíamos venido a realizar una
rutinaria topografía de éstas dos simas y nos marchamos con incógnitas
abiertas que nos obligarán a volver. El trabajo pendiente no es fácil,
pero las simas se ubican en altitud y con nada
conocido bajo sus pies, salvo las galerías de Dulao´ko Goikopagadiren
Leizeak, que no andan muy lejos pero tampoco son cercanas.
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