El propósito de la jornada es echar una mirada a la zona del fondo, instalar unos estribos de ferralla en pasos delicados del meandro y comenzar a desinstalar con la intención de dejar la sima para otro momento, después de las campañas de verano.
De primeras el olvido de unas botas hace que se vea reducido el elenco del equipo, con lo que renunciamos al objetivo de avanzar más allá de donde llegamos en la entrada del 6 de junio aunque sí que seguimos con el plan de desinstalar todo ese sector (por debajo de la cota -300); no obstante mantenemos la idea de instalar los estribos, para lo que portamos, además de los propios estribos, taladro y maza de kilo (de lo que nos arrepentiremos más tarde).
El descenso ya se toma su tiempo, aunque las sacas todavía no pesan demasiado ya son molestas en los meandros desfondados recubiertos con una pátina de limo. No vemos puntos para los apoyos de ferralla; aunque existen largos tramos incómodos no vemos ningún paso que marque la diferencia y lo dejamos para la salida con una mejor perspectiva del itinerario.
El desequipe de toda la zona baja supone transportar sacas extraordinariamente pesadas, pero queremos que no quede nada por debajo del pozo de 47 m, pues puede ser problemático con agua, así que llevamos todo hasta la base del P-7, donde queda material que junto a la propia cuerda de ese pozo llenará dos sacas; así y todo las sacas que llevamos pesan todavía más de lo que nos hubiese gustado en algunos sitios. Para terminar de fastidiar, en los pasos donde quisiéramos poner los estribos no tenemos donde dejar las sacas ni organizar el material, por eso y porque se está haciendo tarde no ponemos nada, tirando para arriba en una lenta progresión que hace que alcancemos el exterior bastante más tarde de lo previsto.
Fuera nos encontramos con cierto nerviosismo por la demora. Los teléfonos ya están funcionando pero llegamos a tiempo de que la alerta no prospere y se monte una buena.
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