Después de dos semanas de paro por culpa de nuevo de la Covid-19, retomamos la interesante exploración de ésta sima, realizada el 29 de enero.
El día se presenta frio y húmedo, pero el ánimo está alto.
Cuando salimos hacia la cavidad comienza a nevar pero las previsiones
meteorológicas anuncian mejoría así que vamos confiados.
Descendemos
con 4 sacas repletas de material, a pesar de que no esperamos ya mucho
más desnivel, no queremos que pasamanos o imprevistas escaladas nos
paren. La cavidad está más húmeda de lo esperado y el aire sopla con
fuerza hacia abajo.
Alcanzamos el pozo nuevo por
descender. Tras superarlo, abajo nos espera nuevo meandro desfondado y
un poco más adelante un sucio resalte que de nuevo nos obliga a poner
cuerda.
Para nuestra sorpresa, unos metros más adelante nos
asomamos a un nuevo resalte, pero ésta vez estamos conectando con un
cauce más importante que el que lleva nuestro -ahora ya lo sabemos-
"afluente".
Nada más poner pie en el agua avanzamos río abajo con emoción. Tras algunas pequeñas incomodidades, un poco de humedad en los calcetines, y haber avanzado unos 250 m, alcanzamos una bóveda sifonante. El aire continúa intenso su viaje hacia las profundidades, o sea, hay paso pero habrá que volver con traje seco y pedirle a la bóveda que no sea larga y que nos deje algunos centímetros para respirar.
Volviendo
exploramos un afluente remontante con fuerte corriente de aire que
también desciende hacia el colector. Remontamos con fuerte desnivel unos
100 hasta que una escalada de unos 8 m nos para. Arriba se ve amplio,
pero nos da la impresión que estamos explorando la llegada de una sima.
Volvemos
a la conexión del afluente y el colector con intención de salir
topografiando solo la zona estrecha remontando hacia la calle, y dejar
la topo del colector para otra jornada.
Antes echamos una
mirada río arriba pero hay que mojarse bastante y nos obligará a
explorar también con traje seco. La continuación no tiene mucha altura y
apenas se nota aire. No resulta tan prometedora con el río abajo.
Inesperadamente
surge el incidente. Una trepada en libre, un resbalón, y el hombro que
se le sale a un compañero. Tras unos minutos angustiosos él mismo
consigue encajarse el hombro.
A partir de ahí, tomamos
taladro, anclajes, y dos cuerdas (el resto de material se queda abajo) e
iniciamos la lenta remontada. Afortunadamente estamos tres para apoyar
al lesionado. Tras un montón de tornillos y apoyos con cuerda, además de
la moral del accidentado, 5 horas después alcanzamos el exterior. Nos
reciben dos grados bajo cero que no consiguen rebajar la alegría de
haber solventado el episodio sin tener que solicitar apoyo exterior.
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