Han pasado ya 9 meses desde que estuvimos en la Torca de las Corveras, a donde no habíamos podido volver por las restricciones impuestas debido al Covid-19; allí habíamos dejado 3 opciones de continuación y estábamos deseosos de ver que daban de sí.
La
opción más lógica era acometer primero el pozo de 31 m donde nos
habíamos quedado sin poder tocar fondo. Por desgracia, lo que parecía
ser una continuación evidente acaba al de pocos metros ante una chimenea
regada.
Nos quedan las otras opciones vistas en septiembre, pero antes queremos dar una nueva oportunidad a esta zona. Desde el pozo se ve enfrente y por encima de la chimenea regada una zona de cierto volumen que podría ser la llegada de una galería; para llegar hasta allí es necesario encadenar varios péndulos y un tramo de travesía, seguido de una corta escalada. En suma un camino complicado.
Para mayor dificultad el tramo que hay que escalar está recubierto de una pátina de barro que complica las cosas, haciendo que sea necesario un uso intensivo del taladro que, terco él, no quiere funcionar cuando se acaba la carga de su batería; así que nos quedamos por poco sin poder ver cómo sigue. Tenemos otra batería de repuesto en la cabecera del pozo, pero entre una cosa y otra han pasado las horas; ya tendrá que ser otro día.
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