Día en el que los meteorólogos nos asustan con
los calores y nosotros que somos muy crédulos, nos sumergimos en la 103
para poner remedio. Descendemos: Alba. Zeta, Aitor, Iñaki y David.
Nuestro objetivo es continuar con la exploración de la G. de los Pozos,
en su sector sur, exploración que dejamos pendiente el 8 de abril.
Habíamos dejado pendiente la topografía del final
y una escalada en el extremo de la diaclasa. Mientras se topografía,
realizamos la escalada. Una gatera larga, no muy ventilada, y poco
atractiva nos hace decidirnos a abandonar la exploración y retirarnos
desequipando. Después descendemos el pozo regado, bajo el pasamanos. Hoy
hay poco agua y no sufrimos. En la base es pequeño. Hacia arriba se
cierra inmediatamente, hacia abajo conecta por un estrecho desfondado
con la base del otro pozo cercano que descendimos el 8 de abril. Se
topografía y desequipa.
No vemos bien el techo por encima de pasamanos
así que escalamos para cerciorarnos de que en altura no se abre una
fractura paralela a la por que circulamos. Una vez arriba no vemos
continuación alguna. Nos retiramos de la zona desequipando el pasamanos.
Hoy hemos sumado 125 m en ésta zona de la que nos marchamos un poco
mosqueados porque percibimos algo de aire, que no conseguimos explicar
por dónde desaparece (además de por la gatera del extremo sur).
Todavía nos queda un poco de tiempo así que no
ponemos a explorar el pozo que hay en la base de la vertical que nos da
entrada a la G. de los Pozos. Se trata de un pozo complicado y embarrado
que se dirige por la fractura en dirección sur. En altura la diaclasa
también parece que continúa. Una vez abajo, exploramos unos 80 m hasta
que comienza a complicarse el avance. Observamos un posible paleonivel
en altura. Pensamos que quizá debamos abordar antes la exploración en
altura y ver si nos podemos mantener en alto o caemos sobre estos 80 m
recién explorados y evitamos alguna escalada. Para empezar será
necesario instalar un largo pasamanos el alto de la vertical de acceso.
Dejamos el nido de material y cuerda en la zona,
retirando algunos de los anclajes más castigados por el barro para
darles un poco de reposo y repaso.
Son las 2 y media de la madrugada cuando estamos
todos en la calle. Un precioso cielo estrechado y una agradable
temperatura nos hacen pensar en lo bien que nos quedaríamos a dormir
allí mismo, pero se impone la realidad y hay que poner rumbo a Bilbao.
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