Fin de semana con varios
planes. Tres del grupo participan en el curso de Autosocorro y medios de
fortuna, que organiza la UEV(EEE en Ispaster. El domingo asistimos a
una nueva reunión convocada para continuar organizando la campaña de
Larra, en la BU-56 y alrededores.
Y
como unos cuantos del grupo no pueden acudir al curso de Autosocorro, y
finalmente haremos nuestro curso en interno, no desaprovechamos la
ocasión para también darle a la exploración de la ITX-13 y continuar con
el entrenamiento de Edu.
Nos
presentamos en Pagomakurre bajo un persistente sirimiri, que no nos
quiere abandonar. Subimos hacia la ITX-13, pero antes pasamos por la no
lejana Arko Axpe para comer y cambiarnos refugiados, sin terminar de
empaparnos. Mala cosa que no pare de echar agua, ya intuimos que nos va a
poner difícil la tarea programada.
Descendemos
los pozos y de premio para Edu, antes de la ingrata tarea, toca superar
los estrechos y dar un paseo por la amplia galería que conduce a los
pozos finales.
Una
hora más tardes nos presentamos en la base del P-18 y tal como
imaginábamos un persistente goteo nos va a alegrar el día. Pero no solo
es el goteo el que nos desinfla, la desobstrucción tiene pinta de ser
pocomotivamente y encima hoy la circulación de aire se prodiga menos.
Durante
4 h. le damos a la barra mina, maza y cincel. El goteo nos da a
nosotros. Despejamos un boquete de un metro y medio de profundidad y
atisbamos por un estrecho otro medio m. más en profundidad. Las
sensaciones no son buenas. El camino a seguir no es evidente, y la falta
de aire no ayuda. Suspendemos la actividad, por hoy hemos hecho
bastante: constatar lo que ya intuíamos, la tarea es incierta y poco o
nada motivante.
Por
el momento, creemos que el siguiente paso a dar en tener un grupo en
cada cavidad y volver a meter ruido para evaluar una vez más las
posibilidades. También se puede probar si definitivamente también por
Otxabide la tarea la vemos como imposible. Si terminamos rindiéndonos,
que sea con el máximo de información para tomar la decisión.
Salimos
de noche, y la niebla continúa de compañera. Menos mal que conocemos al
dedillo el terreno. Ya en Pagomakurre el día nos reserva una última
sorpresa, la llave electrónica no quiere abrir el coche. Después de
media hora de intentos nos rendimos a la evidencia, hay que pedir ayuda
en el mundo civilizado y son las 12 de la noche, pero eso ya es otra
historia.
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