Subimos a Itxina
disfrutando de un día veraniego, aunque las previsiones de la meteo nos
hacen llevar chubasquero y paraguas para la bajada.
Volvemos
a la zona del pasamanos sobre el P-18, a por la escalada que detectamos
la semana pasada, en la zona en que comienza a descender el techo.
Realizamos
la escalada sin contratiempos y sorprendidos de no tener que clavar un
solo tornillo; la colada vertical por la que remontamos esconde
insospechados anclajes naturales en los lugares convenientes.
Una
vez arriba se nos presenta una pequeña galería que vuelve a relanzar
nuestras esperanzas. La corriente de aire es muy tímida y parece entrar y
salir, unido a que a los 5 metros comenzamos a arrastrarnos, nos
resitúa rápidamente. Recorremos gateando y topografiando 25 m hasta que
el conducto se vuelve impenetrable. La tarea de desobstrucción que
adivinamos por delante no se justifica, aun así decidimos dejar equipada
la escalada para el día que intentemos el diálogo de mazas entre la
ITX-13 y Otxabide, no queremos pasar por alto nada que quede
relativamente cercano a la zona que imaginamos de posible conexión.
Una
vez en la base de la escalada, aprovechamos para continuar
topografiando de nuevo la zona del pasamanos, hasta el paso bajo. Ahora
que con el foco vemos mejor los techos de la chimenea, queremos mejorar
la representación topográfica.
Terminada
la tarea en la zona del pasamanos, volvemos hacia la base de los pozos y
unos metros antes de llegar remontamos la escalada que nos conduce
hacia la gran galería y los pozos finales. Atravesamos las diaclasas y
estrecheces iniciales reconociendo solo en parte éste sector de la
cavidad al que llevamos muchos años sin haber vuelto.
Recorremos
la gran galería revisando techos con nuestras potentes luces y foco, al
igual que nos ha ocurrido en la zona del pasamanos, visualizamos mucho
mejor las chimeneas que llegan por el techo. No localizamos ninguna
escalada de interés. Llegamos a la cabecera del primer pozo de 20 m, de
la serie final de pozos. Solo traemos una cuerda de 27 m y apenas nos da
para instalar la larga rampa de acceso y un poco de la vertical. No
tenemos ficha de instalación de éstas verticales y estimamos que solo
éste primer pozo quizá nos lleve más de 50 m de cuerda.
Con
el foco observamos el fondo de la diaclasa, por encima del pozo de 20.
Se observan huecos, que pudieran indicar una continuación del paleonivel
por el que venimos. Pensamos que habrá que intentar acceder, pero las
oquedades están a más de 20 m de distancia, el pozo de 20 por debajo, y
parece que las coladas que hay en la pared nos quieran invitar a un
viaje incómodo. Habrá que descender el pozo y ver desde abajo si el
techo baja o no y nos enfrascamos en la larga travesía.
Un
poco antes de llegar al P-20 localizamos una diaclasa estrecha en la
margen derecha, por la que sube una potente corriente de aire. No nos
entretenemos mucho a mirarla, la estrechez del conducto y que está en
suelo de coladas húmedas no nos invita a pensar podamos abordar su
desobstrucción.
Remontamos
y por tercer día consecutivo volvemos a salir al exterior con luz y una
vez más llegamos a Pagomakurre secos, a pesar de los negros presagios.
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