Subimos a revisar la célebre sima de Lezabaltz
sin tener muy claro si íbamos a poder trabajar dado que los dos días
anteriores habían caído fuertes lluvias y temíamos que la sima estuviese
regada. Afortunadamente solo había algunos incómodos goteos que no nos
frenaron.
En el fondo de ésta sima teníamos
fichada una fisura con nítida corriente de aire, que en su día dimos por
infranqueable y queríamos echarle una nueva mirada.
Tras
varias horas de trabajo y avanzar entre 2 y 3 m conseguimos asomarnos a
la estrecha diaclasa, en la que sondeábamos un pozo de unos 5 m.
El
pozo es muy estrecho en todo su desarrollo por lo que no dudamos en
darlo definitivamente por infranqueable. Además, sobre la cabecera del
pozo penden unas lajas nada amigables que nos hacen renunciar ni
siquiera a pensar en futuros nuevos intentos. Unos metros antes de ésta
estrechez, se abre a mano izquierda una estrechísima diaclasa por la que
también llega una apreciable cantidad de aire. Se observan unos 5 m de
escasos 10 cm de anchura y nada se sondea al fondo.
Remontamos
con la agridulce sensación de haber cerrado una antiquísima incógnita
ignorada durante mucho tiempo y en la que habíamos vuelto a poner
nuestras esperanzas en las últimas semanas.
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