Como viene siendo habitual en la Semana Santa de los últimos
años tenemos que conciliar la espeleo con familia, estudios y otras querencias,
por lo que optamos por varias salidas de día.
Jueves 29
La mala meteorología que estamos sufriendo esta temporada y
unos pronósticos que no son mejores, nos hacen considerar un plan que nos
permite una actividad sin los problemas del agua, pero que en un principio
parece un tiro al aire. En la Torca de las Cárcavas (en Rasines) exploramos, hace
ya más de tres décadas, un tramo fósil que iba por encima del cañón de entrada
y que acaba por desembocar en este a la cota -110 m; en aquella época, en la
que los taladros a batería empezaban a ser una realidad y no éramos tan adictos
a ellos, pensar en una travesía que permitiese un sorpasso por encima de los pozos que configuran el tramo final, el
más vertical de la sima, era una quimera.
Nuestros recuerdos eran muy vagos, pero acabamos comprobando
que la posibilidad es algo real, localizando paleo niveles que nos permiten
avanzar sobre pozos y desfondados por encima del cañón –a costa de un intenso
trabajo de instalación-. Por fortuna traemos tres baterías para nuestro pequeño
Dexter, aunque solamente 20 tornillos roscapiedra con su placa, lo que resulta insuficiente y nos
obliga a convertir algún pasamanos en tirolina.
La morfología del sector, que incluye tubos freáticos,
entalladuras y otras formas de disolución, muestra un funcionamiento anterior
al encajamiento del nivel activo actual, lo que nos confirma que la idea que
nos trae no es ningún disparate.
Tras superar tres pozos y dos travesías artificiales
llegamos hasta otro pozo que profundiza
hasta el fondo del cañón, aunque no podemos alcanzar su fondo porque la cuerda
se nos queda corta, creemos reconocer el sitio. El tronar del agua nos ha
engañado, por un momento habíamos pensado que estábamos consiguiendo el
objetivo de superar en alto el último tramo de pozos, pero vemos que aun
estamos por encima del pozo de 9 que antecede al pozo de 45 m.
Queda pendiente la topografía de la zona y el intento de
avanzar en alto sobre fondo del cañón. Ya no le vemos tantas posibilidades pero
hay que seguir intentándolo.
Sábado 31
Pertrechados con más cuerdas y anclajes descendemos el pozo
que no pudimos terminar el jueves,
que resulta ser de tan solo 40 m, menos de
lo que nos había hecho pensar el consumo de cuerda. Allí avanzamos en alto
sobre el cañón pero como nos temíamos las distintas fases de encajamiento no se
traducen en conductos diferenciados. Tras descender por fin hasta el cauce
cerramos la topografía sobre la cabecera del P.9, único punto reconocible que
encontramos.
Por encima del pozo de 40 continuamos el último pasamanos en
dirección contraria, siguiendo por un paleo nivel desfondado; desde este
hacemos una escalada de 7 m que, a través de un pequeño pasaje muy ventilado da
a un amplio pozo. El rugido del agua que sube desde el fondo nos hace desdeñar
su descenso y priorizar el pozo que dejamos el día anterior cerca de la
entrada.
Ese pozo resulta ser mucho más complejo de lo que parecía
visto desde arriba, encadenando distintos desfondados alineados con la fractura
en la que se excava el cañón. A media altura localizamos un viejo spit y
manchas de carburo sobre las paredes. Resulta desconcertante pues en la
cabecera no hemos observado ninguna señal de antiguas exploraciones; pese a
todo no dudamos de que serán restos de nuestras pasadas correrías. Al bajar alcanzamos
un nivel subhorizontal por encima del cauce que, para sorpresa nuestra, resulta
ser el mismo punto al que llegamos tras el descenso del desfondamiento de la
tirolina.
Tras un conteo de los datos topográficos vemos que hemos
topografiado 295 m, aunque parece que tendremos que olvidarnos de un pasaje
superior para avanzar hacia la Red del Silencio. Pese a que no hemos llegado
donde queríamos el viaje ha sido disfrutón y nos ha permitido salvar una Semana
Santa en la que -aunque al final no ha sido tan lluviosa como presagiábamos- a priori la meteo limitaba mucho las
opciones.
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