martes, 20 de enero de 2015

2015-01-17_RN-29


Estábamos tan solo dos, así que, tras descartar otras alternativas, optamos por ir a la Cueva de “lo Nuevo” (RN-29), a desobstruir un punto donde la progresión quedó detenida hace ya dos décadas, tras varias jornadas de palear arena para poder avanzar.
La corriente de aire de la que hablaban los compañeros que participaron en aquellas exploraciones nos guió en una búsqueda que resultó ser más complicada de lo previsto. No es fácil ver el camino cuando te arrastras.
Tras desobstruir 2 m a fuerza de pala y remover casi 1 m³ de arena y romper las costras que la protegían (más fácil de lo previsto al quedar ahuecadas), continuamos por un bajo laminador hasta que el conducto se hace algo más alto y cambia de morfología, con un desdibujado trazado entre depósitos de alubión que magullan nuestros codos y rodillas.
Encontramos varias posibilidades de continuación, entre ellas dos arroyos que fluyen hacia el norte sobre un estrato de areniscas, y cuya exploración se ha dejado para otro momento ¡con menos agua!; por ambos conductos viene corriente de aire ascendente. Este aire, sumado al del laminador por el que nosotros llegamos debería guiarnos hacia una prometedora continuación hacia el sur –en paralelo a la fractura de “la Canal”- pero no hemos podido averiguar que pasa con él, habrá que insistir con ayuda del incienso.
Estimamos un recorrido explorado de unos 400 m, de los cuales se han topografiado 135 m. La topografía ha quedado sin cerrar, al no haber podido localizar un punto marcado.
En multitud de lugares se puede ver como han sido erosionados varios finos estratos de arenisca, que formaban niveles locales impermeables; estos estratos -generalmente de espesor decimétrico- son mucho más finos que el que sirve de base a los dos arroyos.
Respecto a los arroyos, dada su ubicación y orientación es muy posible que se relacionen con la “Sala de la Lluvia” y su gemela –próxima al nivel activo- en la “Red del Silencio”; eso explicaría la llegada de dos aportes en una zona donde no se aprecia ninguna pérdida que pueda haber vencido la naturaleza impermeable de las areniscas superficiales. En la primera de esas grandes chimeneas regadas se escaló en su día 83 m verticales, hasta ver como el agua acedía por un paso minúsculo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario