jueves, 2 de enero de 2020

28.12.2019 / ITX-407 Exploración y topografía

 
Tenemos por delante un sábado soleado y seco así que nos encaminamos hacia Itxina para abordar la exploración de una sima conocida su boca desde hace años.
Nos sorprende la gran afluencia de vehículos hacia Pagomakurre, se ve que la gente ha decidido subir a la cima del Gorbea coincidiendo con el último fin de semana del año. Los atascos de vehículos en la estrecha pista (entre los que suben y los que bajan por no encontrar aparcamiento arriba) y que tenemos que dejar el coche mal aparcado, y un kilómetro antes de Pagomakurre, nos consume una hora y media que no teníamos prevista.
Una vez alcanzada la Campa de Arraba y desviándonos hacia el paso de Kargeleku nos permite retomar la tranquilidad habitual, una vez nos alejamos del concurrido camino hacia la cima del Gorbea.
El acceso final a la boca de la sima nos exige atravesar una gran y agreste dolina, al estilo de las tan habituales en el alejado sector de Atxerre,
Portamos maza, puntero y barramina. Tras una hora de forcejeo con la roca conseguimos abrir un pequeño paso lateral y colarnos en el pozo. La sima queda catalogada como la ITX-407. Descendidos los dos primeros metros miramos hacia arriba y los bloques empotrados sobre la boca nos provocan cierta inquietud. Equipamos a conciencia para no tocar nada que no sea roca sana. El pozo es estrecho pero a -6 m.p. todavía se vuelve más estrecho y nos obliga a usar el descendedor sobre los lazos. A -30 m.p. tocamos suelo. Un meandro elegante en altura al que hemos accedido mediante un péndulo, ha retrasado nuestra llegada a la base del pozo. desafortunadamente el meandro colgado no da continuación.
En la base del pozo superamos un destrepe estrecho entre bloques de unos 3 m de desnivel y podemos avanzar unos metros hasta alcanzar un nuevo pozo de unos 8 m. Las paredes húmedas y con coladas resbaladizas nos obligan a avanzar con mucha atención sobre la fractura desfondada. Finalmente alcanzamos una estrechísima diaclasa, por la que llega una perceptible corriente de aire, pero del todo impenetrable.
Nos retiramos topografiando y desequipando. Una vez en e exterior, superamos la carrera de obstáculos de la gran dolina ya sin luz diurna y ponemos rumbo hacia Pagomakurre en donde reina una tranquilidad que hace difícil imaginar el acentuado bullicio mañanero.



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