Como
viene siendo habitual durante el otoño el Interclub Anielarra Oeste ha
celebrado una mini campaña durante los días 27 de septiembre y 5 de
octubre, en la que han participado 11 espeleólogos de los diferentes
grupos que componen el interclub.
Como
centro de operaciones hemos contado con el refugio de la ARSIP en la
zona de esquí de fondo de Bracca, en la parte francesa del macizo;
celebramos que hayan desaparecido las dificultades que impidieron que
pudiésemos contar con esas instalaciones en nuestra pasada campaña de
junio.
La
tarea ha sido proseguir con los objetivos a los que este colectivo
lleva entregado desde hace bastantes años: unir algunas de las cavidades
que integran la Red de Anielarra. Conseguir la unión entre todas las
cavidades que comparten el colector que circula entre Anielarra y la Red
de Arrestelia (el San Jorge norte) convertiría la red resultante en un
gigante subterráneo.
Los
tramos inconexos entre las distintas cavidades suponen objetivos
distintos y no nos resulta posible acometerlos de forma conjunta; por
eso en este caso nos hemos centrado en el espacio que existe entre la
red de Anielarra (en la parte superior del conjunto) y la sima AN-8,
escenario de algunas de nuestras primeras actividades en el macizo.
Esta
vez las simas elegidas han sido AN-326, AN-327, AN-329 y AN-330 y la
tarea ha consistido, sobre todo, en mover escombros intentando abrirnos
paso a través de ellos. El caso más relevante es la sima AN-326, donde
hemos alcanzado la cota de -275 m y donde algunos afirman haber
escuchado el murmullo del río que, como sabemos, circula por debajo. La
continuación exige abrirnos paso en una zona de falla, con una roca muy
fragilizada por la actividad tectónica, tarea que exige un gran esfuerzo
y buen dominio de maza y barramina, y que es alentada por una juguetona
corriente de aire.
En
las otras cavidades la tarea ha sido parecida, pero aún nos encontramos
lejos del colector y un poco desplazados respecto a él; el trabajo por
delante se presiente largo, aunque en alguna de ellas la corriente de
aire es bastante motivadora.

En
la sima AN-330 nos encontramos con una gran sorpresa cuando
pretendíamos proceder al levantamiento topográfico. En la base del pozo
de entrada, de 9 m de profundidad, un gran ciervo, muy vivo y excitado,
hacía que prefiriésemos dejar esa actividad para otra ocasión.
Dos
días después el ciervo fue extraído al exterior por medio de
polipastos, tarea complicada pues el gran macho de cinco años parecía no
tener claras nuestras intenciones y no se dejaba. Finalmente atarle por
los cuernos dio buen resultado, haciendo malos los pronósticos de
alguno, que no creía que aguantarían todo su peso. Una vez en el
exterior apenas dejó cortar las cuerdas que lo inmovilizaban y salió
disparado. Ni siquiera dio las gracias.
A
nuestra llegada al macizo encontramos un otoño que estaba bastante
retrasado para la época y la altitud en la que nos encontrábamos, pero
cuya evolución hemos podido seguir día a día, hasta que, en lo mejor,
hemos tenido que dar la campaña por terminada.
La
meteorología ha sido óptima para la práctica de la espeleología, con
unas condiciones del terreno bastante secas; aunque esa sequedad ha
repercutido en una mayor dificultad para conseguir la habitual provisión
diaria de setas.